Interrogantes de la transferencia en la clínica con niños


Autor: Lic. Verónica Icasuriaga - Actualizado el 8 de mayo de 2020

Lacan en el Seminario XI, Capitulo XVI “El sujeto y el Otro: la alienación” introduce el concepto “hablar a la cantonade”, para dar cuenta del discurso infantil cuando el niño no habla ni para si, ni para el otro, habla en alta voz pero a nadie en particular . Este discurso infantil es para Lacan “a buen entendedor”.

En 1986, Erik Porge toma este concepto lacaniano en su articulo que tituló “La transferencia a la cantonade”, donde propone que la dirección del mensaje del niño tiene en simultaneidad dos planos, planteando que en un análisis infantil hay un doble plano en la transferencia, la del niño y la de los padres, con un doble lugar de escucha para el analista.

Afirma que el lugar del analista es el del tercero, ubicándolo en la función de restituir al modo de la novela familiar, ese punto de ruptura en uno de los padres donde ya no es mas un buen entendedor.

Estos puntos de tropiezo cabe decir tienen relación con el lugar particular que se le atribuye al niño en el mito familiar, en correlación a los significantes familiares. Quisiera abrir a la interpelación teórica este concepto de la doble dirección en la transferencia que plantea Erik Porge.

Sostengo desde la teoría y desde la práctica clínica que me llevó a teorizar; que entrevistar a la madre y al padre es considerar dos transferencias diferentes hacia el analista, pudiendo pensarse en dos planos, si ubicamos al niño en uno y a los padres en otro, pero son tres transferencias y no dos a tener en cuenta para el analista.

Pensar que la transferencia de los padres es Una, cuando hay dos sujetos con posiciones diferentes frente al analista, seria tomar a la pareja como UNO contradiciendo el concepto lacaniano de “no hay relación sexual”.

Creo, y propongo pensarlo, que en el análisis de niños hay tres transferencias posibles como mínimo:

• la transferencia del niño ,
• la transferencia del padre
• la transferencia de la madre

Las dos últimas pueden a veces funcionar armónicamente frente a un analista, .pero eso no las hace Una.

Si el síntoma es una respuesta que el sujeto produce en su encuentro con lo real y los síntomas infantiles nos remiten también a las dificultades del “no hay relación sexual” que portan sus progenitores, según como consideremos teóricamente la posición de los padres estará marcada la dirección de la cura.

Si bien el síntoma del niño se articula de los significantes de los padres, y sabemos que es una respuesta que le permite encontrar un modo de arréglaselas con aquello que no funciona, también es cierto que cada padre conserva un rasgo particular de estos significantes que los diferencian y es una diferencia a tener en cuenta en la relación transferencial dentro de la dirección de la cura. Porque cada padre y cada madre se encuentran atravesados por lo que cada uno de ellos es en tanto sujeto y están atravesados por la inexistencia de la relación sexual, es que no podemos suponer que los padres plantean una sola transferencia, remitiéndolos a una relación ideal unificada.

Es necesario sondear por los caminos de las transferencias individuales ya sea que se instalen o no, cada posición subjetiva en relación a su hijo.

De la práctica podría extraer muchísimos ejemplos de tratamientos que por no contar con el aval de uno de sus padres, los tratamientos No han sido posibles aunque si fuera viable contar con el otro.

Otros tratamientos tienen mejor pronóstico aunque uno de sus padres no participe, puede no oponerse y eso permite un cierto desenvolvimiento del niño con el acompañamiento de uno de ellos.

Los tratamientos que cuentan con el compromiso de ambos son por lo general más propicios para el trabajo psicoanalítico, pero no deja de sorprenderme los avatares que se presentan en el camino, por los cambios que provoca en alguno de los padres los cambios que produce el tratamiento en el niño.

Muchas veces se puede vislumbrar estas diferencias transferenciales entre los padres no solo durante el tratamiento sino también al cierre del análisis del niño cuando alguno de sus padres solicitan continuar con un tratamiento individual.

Recordemos que la transferencia es un proceso circular que esta en un constante producirse, en constante devenir, es un modo dinámico de relación entre el sujeto y el Otro.

En la “Conferencia de Ginebra sobre el síntoma” de 1975 – Lacan retoma la lectura del caso Juanito, y haciendo referencia al encuentro del niño con su propio goce, dice:
“.es lo que Juanito tiene que enfrentar y sobre lo cual no entiende nada, gracias al hecho de que tiene cierto tipo de madre y cierto tipo de padre….”, remarco que dice cierto tipo de padre y cierto tipo de madre, podemos leer en “tipo” la referencia al modo diferente subjetivo, al modo particular del deseo.

Así como el caso Juanito es el puntapié inicial para la clínica psicoanalítica con niños quisiera puntuar que también parece ser el puntapié inicial para pensar la transferencia de padres hacia un analista.

En este caso tenemos un padre, asiduo a las reuniones de los miércoles, recordemos que la madre del niño había sido analizada por Freud, con lo cual podemos suponer una relación transferencial sostenida de ambos hacia el psicoanalista.

Cada padre y cada madre se encuentran atravesados por lo que cada uno es, en tanto hombre o mujer, y es así que mucho antes de que el niño se encuentre con el Otro sexo, esta atravesado por la inexistencia de la relación sexual.

“No hay relación sexual”, era la forma de Lacan de explicar que las cosas entre hombres y mujeres no funcionan. El problema es anudar el goce a otro, un semejante y además otro sexuado. El goce no se comparte con lo cual uno goza solo.

La perturbación amorosa es casi inevitable, esta presente en todos los casos y en el relato de nuestros pacientes.

Para complicarlo, y también para sostener aún mas esta posición teórica que les propongo recordemos que entre el hombre y la mujer hay otro tercero, "el objeto a". Lo que llamamos cuerpo no es mas que ese resto que llamamos "objeto a", no se puede gozar mas que de una parte del cuerpo del Otro.

No hay relación sexual porque el goce del Otro, considerado como cuerpo es siempre inadecuado, en tanto que el A se reduce al objeto a.

La relación sexual- relación de sujeto a sujeto es una imposibilidad, NO CESA DE NO INSCRIBIRSE,

Sin embargo el Amor en el que estará incluido- el Amor de Transferencia – se encarna en el CESA DE NO INSCRIBIRSE, cada quien marca la huella de su exilio de la relación sexual como hablante.

El análisis demuestra que el amor en su esencia es narcisista y denuncia que la sustancia pretendidamente objetal es de hecho lo que en el deseo es resto, es decir, su causa y el sostén de su insatisfacción y hasta de su imposibilidad.

El Amor es impotente aunque sea reciproco, porque ignora que no es mas que el deseo de ser Uno, lo cual nos conduce a la imposibilidad de establecer la relación entre los dos sexos.

El Amor va de la contingencia del encuentro, a la necesidad de un destino que NO CESA DE ESCRIBIRSE. Encontramos otro por azar, luego esperamos que eso dure para siempre, es la definición de lo NECESARIO.

En 1978, Lacan presenta su texto “Conclusiones” en las Jornadas de Paris, donde dice que el amor en el mejor de los casos une dos síntomas.

Esta condición implicaría que cada uno hizo un synthome en torno al Otro, hacer synthome del Otro implica algo del orden de la invención.

A diferencia del Seminario 23 acá dice que hay Synthome para él y para ella.

Uno se inventa que el Otro le va como un guante.

Habrá relación sexual por separado, cada uno se relaciona con el synthome que hizo en relación al Otro, a esto Lacan lo llama "intersintomatique"

Cada uno sostiene el remanente reparado de la relación sexual, lo sostiene mas o menos bien anudado de acuerdo a su synthome.

Es en este punto de lo inter-sintomático entre un hombre y una mujer, que han devenido padre y madre, donde el analista que trabaja con niños, debe a mi entender orientar la dirección de la cura, y explorar allí para entender en que lugar esta ubicado el niño portador del síntoma.

No es lo mismo suponer una sola transferencia en los padres que suponer que cada uno hace síntoma o no de acuerdo a la estructura del otro, sabiendo que cada padre y madre tiene su estructura donde lo real, lo simbólico y lo imaginario, que lo llevará a una posición particular y única en relación al analista de su hijo.

Padre y madre, son funciones significantes, así como también lugares reales, donde cada sujeto puede ubicarse o no como padre o madre.

Estas coordenadas presentan una suerte de variaciones y matices para cada uno, lo cual lleva a que si se escucha a ambos progenitores, y es necesario hacerlo, es notorio que cada uno habla de su hijo, presentando un objeto diferente.

Recordaremos que en la trastienda del síntoma encontraremos la trama de representaciones en la que tanto la madre como el padre encuentran su lugar como hombre y como mujer y en la que el niño responde a la manera particular y sintomática que ellos tienen de formar pareja. O sea, los malentendidos propios del desencuentro ante el “no hay relación sexual”, ante lo cual propongo conceptualizar que es necesario como analistas teorizar un triple lugar de escucha, sabiendo que no es indiferenciado que por un hijo hable un padre o una madre, sino habilitando la escucha al lugar del padre y al lugar de la madre, porque en psicoanálisis a diferencia del amor romántico de dos no se hacen uno.



Lic. Verónica Icasuriaga:

Cel: 15-6591-7379
Lic_icasuriaga@yahoo.com.ar